martes, 2 de junio de 2009

DEQUEÍSMO



Por Hilde Adolfo Sánchez F.
Gracias al amigo Amado López, un grupo de músicos tuvimos la oportunidad, en 1987, de estudiar Armonía y Composición con el Prof. Juan Soublette. Cómo aprendimos con el maestro quien todavía comparte su pasión por el ajedrez y la dirección coral con la composición en Maracay. Entre las recordadas cosas que nos enseñó, se me grabó en la memoria cuando, con mucha vehemencia, nos decía a Omar Gómez, a Juan José López, al mismo Amado López y a Jorge Loaiza, entre otros, que si algo sonaba bien, sencillamente estaba bien. No había que mortificarse por indagar si se cumplían o no las reglas establecidas. Debíamos disfrutar aquello y ya. Creo que esto es válido para todas las artes y la composición literaria no es la excepción.
A esto se agrega que en la lengua, el usuario es el artista y como tal selecciona los recursos lingüísticos y extralingüísticos para expresarse. No es la normativa convencional el criterio para aceptar o no la expresión idiomática; sin embargo, son esas normas lingüísticas, con frecuencia erróneamente interpretadas, las que determinan, modifican o eliminan el uso de alguna categoría gramatical, algún sintagma. El limitado uso del gerundio, la incorporación de “accesar” por acceder, de “aperturar” por abrir y la mala interpretación del dequeísmo son ejemplos del impacto negativo que tienen algunas absurdas explicaciones gramaticales en el uso del idioma. Cuando una expresión se impone por el uso, no hay nada qué hacer; las explicaciones gramaticales por lo general tienen la fuerza para modificarlas o afianzarlas. Es cierto, sin embargo, que las convenciones gramaticales se aprenden estudiando la gramática o leyendo; suponemos que a quien leemos conoce la lengua. Miguel de Cervantes Saavedra demostró hasta la saciedad su profundo conocimiento de las lenguas por lo que aún hoy día es excusa para la investigación sociolingüística.
Algunos creen que el dequeísmo consiste en la execración de la expresión “de que” en nuestro idioma. Tremendo error pues el dequeísmo es el uso incorrecto de la preposición “de” antes de la partícula “que”, lo que evidentemente sugiere que a veces está mal, pero en otras ocasiones está bien. “Me convencí de que te quería“, es una demostración del uso correcto, pero “es necesario que vengas” sería un disparate si antecedemos el “que” con la preposición “de”. En la expresión “me convencí de que te quería“, estoy diciendo que me convencí “de algo”. El verbo convencer exige la preposición "de" . De allí el disparate cuando alguien dice "a pesar algo" en vez de "a pesar de algo" (haciendo la sustitución de “que” por “algo”). Caso contrario en “pienso que”, “creo que”, etc. pues al anteceder la preposición “de” caeríamos en el famoso “dequeísmo”. Hay dequeísmo cuando se usa inapropiadamente la preposición en “pensando de que” en vez de “pensando que”. Es incorrecto decir "de que" en "es necesario de que vengas" cuando lo apropiado sería "es necesario que vengas".
La no equivocada corrección del dequeísmo ha reducido de alguna manera la creatividad expresiva del habla hispana. Llega a mi memoria los análisis de las siempre queridas y recordadas Juanita de Viaña así como Zoraida Melo o la brillante compañera de estudios de gramática, Limery Delgado. En todo caso es recomendable buscar todos los ejemplos que podamos y sustituyamos el término de la proposición (dentro de la construcción excocéntrica preposicional) por la palabra ESO y veremos que todo se ve mucho más claro. Por ejemplo: ¿Cuál será?: ¿convencerse de ESO o convencerse ESO? Ciertamente la explicación es lingüística, no lo niego, con todo lo desagradable que puede sonar. Si se tratara de un problema de uso o de una explicación impuesta por los hablantes, no me ocuparía del tema como el cambio de significado de la palabra RUTA en Barquisimeto. La explicación que con frecuencia se oye para destrozar el uso del “DE QUE” es aparentemente lingüística y eso debe ser aclarado. El recurso de autoridad es acicate para imponer una aberrante expresión y eso debe ser atacado con todos los medios que estén a nuestro alcance.
pininosyzancadas@gmail.com
Publicado por Hilde Adolfo Sánchez F. - 9:17 AM

¿Vaso de agua o vaso con agua?

miércoles, mayo 30, 2007

Vaso de agua
Por Hilde Adolfo Sánchez F.He sido invitado a dictar un curso de Redacción Científica y Producción Intelectual dentro del diplomado de investigación del IUETAEB. No dudé ni un instante en aceptar pues será un retorno como docente a la institución en la que fui objeto y sujeto de construcción personal e institucional. La otra razón es porque siempre he pensado que la redacción es una herramienta muy útil para la expresión, difusión y publicación de las ideas y más aún en el profesional universitario. El lenguaje está en el pensamiento, en la cotidianidad y con ello en la cultura; el lenguaje está en la formación del ciudadano, en el profesional, y el lenguaje está en la evidencia documental de la lectura y la escritura y con ellas en una prueba de la producción del intelecto humano.El redactar no es un problema externo de gramática, aunque sin alguna gramática no podríamos redactar. Redactar no es un problema de comunicación, pero sin dudas que muchas comunicaciones truncadas se han originado en sintagmas confusos. Por ello han surgido la gramática, la lingüística, la fonética, la fonología, la morfología, la sintaxis, la semántica. Con frecuencia el estilo y la cultura se convierten en los elementos directores de ese sintagma que se escribe, de ese sintagma que se lee pues hermosa es la redacción que busca la composición. Son muchas las discusiones que se imbrican ante errores gramaticales, y quien tiene poder espera que su error sea asumido como norma por la sociedad; pero quien se cree que jamás ha cometido ese error espera una inmediata corrección. Un ejemplo de ello lo constituye el título de este artículo. Permanece la duda de si se dice “un vaso de agua” o “un vaso con agua”. Evidentemente que tengo muy clara mi posición al respecto, mas no pretendo imponerla a nadie pero; es inaceptable que quienes creen tener poder pretendan imponer la estructura sintagmática en cuestión a toda una sociedad. Este análisis es gramatical y estoy consciente de que esa perspectiva no debe ser la privativa. Las explicaciones que siempre he oído son gramaticales, también, pero incompletas.En cualquier texto de lingüística y hasta en el más sencillo diccionario leemos que la preposición es una palabra que relaciona un nombre o un pronombre con otra palabra de la que es complemento. Las preposiciones enlazan un elemento sintáctico cualquiera, principalmente, un sustantivo o equivalente, con el que forma un complemento de otro sustantivo, mujer “con” suerte, de un verbo, voy “a” casa, de un adjetivo, bueno “de” naturaleza, de un adverbio, lejos “de” casa, de un pronombre, ninguno “de” nosotros, o de una interjección, ¡ay “de” mí! Al término del cual depende el complemento se llama término regente, núcleo o inicial, y al término que sigue a la preposición, término regido o terminal. La función de la preposición es la de ser un enlace de subordinación y su significación semántica nos refiere a circunstancias espacio-temporales y nocionales que vienen determinadas por la misma preposición y su término. La preposición “de” se emplea formalmente para introducir el complemento agente de la voz pasiva, aunque hoy es más frecuente el uso de la preposición “por”: es muy querido “de” todos, es admirado “por” todos. Es muy pública la ignorancia de los que no entienden lo de la “tierra del sol amada” y creen es el sol el amado, cuando se trata de la tierra zuliana la amada por el sol.La preposición puede marcar principalmente posesión o pertenencia: el libro “de” mi padre; MATERIA: VASO “DE” CRISTAL; CUALIDAD: MÚSCULOS “DE” ACERO; origen o procedencia: viene “de” Cubiro; causa: se desternilló “de” risa; parte: comió “de” lo que había; cantidad indeterminada: comió “de” todo; tiempo: la hora “de” cenar; modo: salto “de” espaldas. Se usa con infinitivos: difícil “de entender”. Sirve para marcar la ilación o la consecuencia: “de lo dicho, hasta el momento” no hay nada. Puede colocarse entre distintas partes de la oración para indicar dolor, pena o amenaza: ¡ay “de” mí!, !pobres “de” nosotros!, ¡Ay “de” ustedes, si no lo hacen! Se usa en lugar de otras preposiciones: me contestó “de” mala forma (con). Voy “de” Cabudare a Barquisimeto (desde). Lloré “de” pena (por). Botas “de” deporte (para). Con todo lo dicho, su uso sintáctico más frecuente es como introductora del complemento del nombre o del circunstancial.Hemos visto entonces que la preposición “de”, entre sus múltiples significados, también puede reflejar CUALIDAD y MATERIA. Esa cualidad puede describir la composición, de madera, de cristal, de peltre, (la materia de que está hecha una cosa, PUENTE DE HIERRO) pero también puede describir la MEDIDA (atribución del contenido al continente, UN VASO DE VINO; UN PLATO DE CARNE). Por ello cuando oímos “un metro de tela” no quiere decir que sólo se puede entender que el metro está compuesto de tela y esta relación es transferible a litro, kilómetro, taza, cuchara y por su puesto a vaso. De manera que cuando usted pide un vaso de agua está pidiendo una cantidad de agua y, con el perdón de los mesoneros y cantineros, no la cualidad o materia del vaso. A usted no le importa si el vaso es de cartón, cristal, peltre o vidrio, ni está pidiendo un vaso construido con agua. Insistir en un “vaso con agua” en vez de un “vaso de agua” creo que sea ignorancia, más que ingenuidad o estupidez.Definitivamente un vaso de agua podría ser un vaso con agua, pero un vaso con agua no necesariamente es un vaso de agua. En una taza de agua podría haber dos vasos de agua sin los respectivos recipientes y el que nos tomemos dos cucharadas de jarabe no significa que hayamos roto nuestras amígdalas por el metal de la cuchara que hayamos usado. Un vaso con agua lo será con el solo hecho de estar mojado por dentro o por fuera.De manera que podemos, como lo hemos hecho tradicionalmente, libremente pedir un kilómetro de carretera, una cucharada de jarabe, un kilo de queso, un plato de sopa, una bolsa de hielo, una botella de cerveza, un tobo de agua sin temor pues no estamos trasgrediendo ninguna norma lingüística; no obstante si sustituimos la preposición “de” por “con”, deberemos dar algunas incómodas explicaciones, probablemente.
Publicado por Hilde Adolfo Sánchez F. - 9:26 AM